No sé hasta qué punto es bueno eso de dejarse llevar, de vivir el momento… y si no todo sale tan bien como parece que va a salir y cree que terminará saliendo, y si no escogemos la puerta adecuada; podría caer cada uno en un abismo, cada uno diferente y a cada cual peor.
Porque yo sé que
ella tiene razón y que normalmente la más racional de entre todos, aunque a la
que no le importaría dejarse llevar por el corazón en algunos momentos, soy yo. Por eso, creo que tengo el deber y casi la obligación de volver a plantearme el problema
desde el principio, de volver a extraer de esa temblorosa estructura cada pieza
y de volver a colocarla en su sitio, intentando que cuando ponga de nuevo en su
lugar la última pieza, no se desmorone.
Quizá no quede otro remedio y deba caer, pero ya me había hecho a la idea y no me gusta cambiar de opinión, a no ser que verdaderamente esté equivocada. Si ciertamente no quiero causar daños estructurales estaría bien tomar el camino indicado y al avanzar, retroceder; a menos que consiga encontrar otra vía por la que se pueda avanzar salvando obstáculos de forma limpia.