La sonrisa se me
ahoga en el llanto como olas contra las rocas. Intento no pensar en ello,
reponerme, pero es difícil evitarlo. Difícil callar al silencio que invade mi
interior.
Te alejas y yo me
voy vaciando con cada uno de tus pasos en dirección opuesta a la mía. Y ya no
sé si tengo miedo porque no recuerdo lo que se sentía o es que estoy muy cómoda
en mi urna de gélido cristal, viendo la vida pasar.
El frío se
apoderó de mí durante tanto tiempo que cuando tú llegaste pensé que serías como
los otros: Una falsa fuente de calor. Un sol de cartón piedra para la obra de
teatro de fin de curso.
Pero no. No es
así. Tú has conseguido derretir gran parte del hielo que recubría mi corazón.
Ahora te suplico que no juegues al escondite con las nubes, pues la helada
lámina resquebrajada comienza a unirse mientras aparece una nueva capa. Aún delgada, pero que volverá a engrosarse si no lo remedias.
Por favor, vuelve
conmigo, apuesta por mí, rompe el témpano que todavía se resiste a tu calor.
Destrúyelo, destrúyeme. Acaba con toda esa coraza que nunca debió protegerme.
Bésame.
"Ni las drogas más duras pueden borrar un sentimiento tan profundo"