Me dejó sin
munición, sin palabras, ¿qué podía responder yo ahora? ¿Qué podía hacer ahora?
Ahora que tenía la verdad ante mis ojos, ahora que podía tocarla con mis manos.
Solo pude salir
corriendo, escapar, huir lo más lejos posible. Correr, correr y correr. Para
qué frenar, para qué mirar atrás si era demasiado cobarde como para retroceder.
No había nada que pudiese detenerme.
Hasta que alguien
me cogió del brazo y paré en seco. Entonces aprendí a ir despacio y a ver la
vida con otros ojos. Unos ojos que hace tiempo tuve, pero que perdí.