viernes, 30 de agosto de 2013

Lágrimas

He llorado y lloro y seguiré llorando. He llorado tantas veces que ya hasta perdí la cuenta. Mas llorar siempre es bueno. Quizá sea porque me guste sacarle el lado positivo a esta dura vida pero, siendo así o no, llorar me parece una verdadera liberación.

He llorado cuando he estado triste o cuando alguien lo estaba, cuando me ha dolido un golpe o he sentido rabia. He llorado para descargar tensiones y, así, recuperar mi cordura y mi calma. También se me han saltado las lágrimas entre risas o con un buen libro o una buena película.



Pero, mi gran duda es ¿cuándo he llorado de alegría?

Cuándo he recibido tal sorpresa o he visto a una persona que me haya hecho llorar, pero de alegría. Intento recordar algo que haya conseguido desbordar mi corazón, de forma que no me haya quedado más remedio que llorar con una sonrisa de oreja a oreja dibujada en la cara.

Y no encuentro ese recuerdo, no lo encuentro.


"Hay razones que quitan el sueño y sueños que quitan la razón"

lunes, 26 de agosto de 2013

La belleza

Hay cosas inexplicables. Cosas que solo te puedes quedar mirando, admirando. Te atrapan de tal forma que no puedes hacer nada más, pensar nada más. Te embriagan por unos instantes y tu mundo se paraliza. No pasa el tiempo. Solo sonríes. A veces, incluso, suspiras.

Te quedas entusiasmado y completamente abstraído; con la mente en blanco. Sientes como si flotaras, nada importa, nada te pesa. Todo es perfecto.

Aunque lo que te produce esta sensación esté delante de ti el tiempo suficiente como para ser consciente de ello, no podrás realizar ningún comentario para expresar lo que se te pasa por la cabeza y seguirás callado. Temes que cualquier gesto pueda romperlo.



Cuando ese momento se pierde, fugaz por lo común, te cuesta unos minutos reaccionar. Y ya no te quitas esa imagen, esa sensación, de la cabeza en horas. Quizá días. 

Tal vez se quede grabada en tu memoria para toda la vida.



"Verter lágrimas de polvo y estrellas"

domingo, 11 de agosto de 2013

Resoluto

Aversión mal mezclada con una antigua y poderosa adoración. Sentía como me ponía en guardia al centrar mi mirada en su ser. Yo era invisible, estaba bien protegida en ese instante.

Comencé a rememorar los momentos que pasé junto él, lo que no tuve y lo que nunca querré. El tiempo lo transformó. Ya no era el mismo.

Me vino a la mente una pregunta: ¿por qué no le podía amar? Mi primera respuesta fue mi inevitable afán de perfección pero, en el fondo, sabía que había algo más.

Me costó alrededor de una hora quitarme de encima esa sensación tan extraña y pegajosa. Luego me permití verlo desde un punto de vista más objetivo.




Transcurrido no mucho tiempo comprendí que él había sido la causa, la repuesta a mi pregunta. Si no amo es porque no pude amar. Porque sé que me hace daño. Porque conozco ese dolor y mi mente, mucho más inteligente que mi sentimental corazón, no ha permitido que se vuelva a repetir algo como aquello.



"Si el amor llama a mi puerta le abriré encantada, pero no pienso salir a buscarle"