Y el tiempo
que se cree más que nadie
por correr más que el viento.
Algún día le alcanzaremos,
y él será la liebre
y nosotros volaremos.
La tortuga de nuestro amor
le hará frenar en seco
y le dirá: «¡Quieto!
Ahora corremos nosotros.
Ahora vamos lento.»
Mientras llega ese momento,
haremos lo que mejor sabemos:
Entrenarnos cada día
para dar todo en cada beso.

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