Mariposas
ahogadas en ginebra con tic-tac. Pensamientos de papel que se revuelven con el
viento del Norte. Estelas de metal que arañan la tierna superficie. Corazón en
carne viva que, tras la descongelación, se mantiene firme en su lucha contra
calmas eternas.
Omitiendo las
razones para renacer. Evitando pensar en volver a caer. Miedos que no se
recuerdan a sí mismos. Tiempos que no encuentran más que abismos. Problemas de
encaje cuando le dije: «Ven a por mis noches.» Nace de mi interior el pensarte
sin querer, sin quererte.
Deseos de cambios
de ruta: calles de árboles grabados y puentes con candados.
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