lunes, 17 de septiembre de 2012

La espera

Una presión me oprimía el pecho, era como una losa que no me dejaba respirar. Quería gritar, pero no podía ni tan siquiera tomar aire. Y si alguna vez lo conseguía mi sentido común me mandaba callar, pues la persona menos indicada podía oírme. Tan solo una vez llegó a salir de mi boca un grito ahogado.




¿Qué más podía hacer? Ahora nada, solo podía relajarme y ser paciente. Solo podía pasarme el día resguardada en casa mientras amainaba la tormenta. Dentro de unas semanas, cuando vuelva a salir el sol, podré sonreír sin más preocupación. Pero en estos momentos, me conformo con el hecho de pensar que no tardando mucho ese día llegará.





"Una burbuja de aire en el mar siempre sale a flote"

domingo, 16 de septiembre de 2012

La bestia

Demasiada tensión acumulada, demasiado ruido. Toda esa rutina comenzó a hacer mella en su ya dolorido espíritu. No podía creer lo que estaba sucediendo, pero parecía incapaz de controlarse. Tenía ganas de gritar, de llorar por tanta rabia y confusión.



Durante una milésima de segundo vi en sus ojos una expresión que nunca había visto antes. Una mezcla entre impotencia y desesperación. Creo que ya nada podía detener aquello. La bestia se había despertado.


"Siempre y cuando el cazado sobreviva, terminará siendo el cazador"

domingo, 9 de septiembre de 2012

La rosa

Pasó a mi lado casi sin darme cuenta, pero algo me hizo mirar hacia atrás, entonces no pude apartar la vista. En aquellos instantes se me antojó la imagen más bella que podía existir. Llevaba sus manos a la espalda y sujetaba por el tallo una rosa roja.




Mientras, buscaba con la mirada a la persona amada. No andaba lejos, podía afirmarlo con certeza, pero ¿dónde estaba?



"Rozando la perfección"

sábado, 8 de septiembre de 2012

Ange ou démon

Cuando la encontré ya era demasiado tarde. Corrí hacia ella y me lancé a su lado cayendo desplomado al suelo. Parecía poseída por un demonio: temblaba y comenzó a tener pequeñas convulsiones que se volvieron más fuertes a los pocos segundos. Llegué a sentir miedo al ver sus ojos en blanco. Rápida e inconscientemente puse mis manos sobre sus hombros para parar su agonía y, en un momento, se quedó inmóvil.





Comencé a llamarla desesperado, pero ella no atendía a mis súplicas. La angustia se apoderó de mí. La zarandeé enérgicamente en un principio, aunque suave al momento siguiente, cuando me quedé sin fuerzas y comprendí que ya nada podía hacer. 

La vi ahora como un ángel, tendida en el ese frío suelo. La cogí entre mis brazos apoyando su cabeza en mi pecho y, al hundir mi nariz en sus cabellos, me sentí solo e impotente. Ahora sabía que la había perdido, para siempre.


"Cuando se me para el tiempo siento que una fracción de segundo puede ser eterna"