Demasiada tensión acumulada,
demasiado ruido. Toda esa rutina comenzó a hacer mella en su ya dolorido
espíritu. No podía creer lo que estaba sucediendo, pero parecía incapaz de
controlarse. Tenía ganas de gritar, de llorar por tanta rabia y confusión.
Durante una
milésima de segundo vi en sus ojos una expresión que nunca había visto antes.
Una mezcla entre impotencia y desesperación. Creo que ya nada podía detener
aquello. La bestia se había despertado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario