Tanta maldad,
tanto odio, tanta ira muchas veces contenida, que todo aquel que estuviera
interesado sabía ocultar con extremado celo, aunque no con la discreción
necesaria, en algunos casos.
Tanta envidia,
tanto deseo de conseguir lo que uno no tiene y de dar cualquier cosa por ello
hasta el extremo de dejar a un lado todo aquello que no te interesa, todo lo
que en el fondo no tiene importancia para ti, solo para lograr un objetivo
mayor. En esos momentos, de aparente vital importancia.
Tanta carga sobre
sus hombros, tanta pregunta sin respuesta, tanta desesperanza y desesperación
hacen de un tierno capullo una rosa con espinas, altiva, peligrosa. No todo era
lo que parecía, ahora ya no.
Tanta locura,
tanta inestabilidad, después de encajar cada golpe, cada personaje de la
historia, cada prejuicio. Ahora ya no queda casi nadie, el campo de batalla se
está quedando desierto.
Tanta
preponderancia, tanto orgullo, tanta preconcepción del mundo hasta crear un
esquema perfecto de vida, sin más que su recia fe en algo desconocido para la
mayoría. El encontrar un atisbo de verdad es un descuido del autor, un roto en
su disfraz.
Tanta mirada
extraviada, tanto desengaño, tanta oscuridad enjaulada que acabará saliendo,
ennegreciéndolo todo a su paso, a no ser que sea consumida por pequeños rayos
de luz. Todo cabía esperar, pues aún quedaban ilusiones y deseos incumplidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario