Hola, ¿te he dicho ya lo preciosa
que estás está noche?
Brillante, pura, inspiradora.
Tu sonrisa me reconforta entre el
frío del cielo raso.
¿Quién dijo que tu luz era
reflejo? Tú brillas por ti misma. No mientes, no engañas. Es solo fachada. No
hiere tu luz; acompaña. Te admiro y te quiero a partes iguales. Me invitas a
ello y yo acepto con gusto, pero luego te marchas y no queda nada. Nada puede
sustituirte, porque siempre estás. Puede, pero no es lo mismo.
Te prefiero a ti, dulce
compañera. Me sabes a azúcar y a sal en tus noches. Te gusta mirarte en el mar.
Ondulante y callada le amas a él más que a nada. Nada lo sabe, pero no me
importa. Yo me conformo con observarte.

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