Cálidas miradas
que se entrecruzan como tibias lagunas negras bañadas por la luna. En un
intento por romper el delirio, nos lanzamos al vacío de los sueños rotos y
caímos sobre una alfombra de flores. Sin más dolor que aquel que deja el
pasado, que alivia el presente y que sana el futuro.
Todo es limpio,
todo es puro. Un instante en el que nuestras almas se encuentran para fundirse.
Bella incandescencia. El calor en el pecho que me llena y me recorre. El mismo
que nos juega malas pasadas, el que conseguía trabarnos la lengua o soltarla a
placer.
Una mariposa que
se aburría de volar sola se metió en nuestro estómago para conseguir que nos
riéramos de cosas sin sentido, para tener vergüenza de mirarnos fijamente, para
hablar entre dientes lo que deseábamos gritar a los cuatro vientos. Para
después obligarnos a sonreírle al mundo, a silbar por la calle, a escribir, y
borrar al momento siguiente.


